26 DE JULIO DEL 2010
El recuerdo de Eva perdura en mi corazòn como el recuerdo de mi madre Genoveva y su Unidad Bàsica.Sus viajes en sulki junto a mi hermana Isabel por entonces una niña realizando afiliaciones o inscribiendo a gente humildes para que se beneficien con camas, màquinas de coser, juguetes, ropas que llegaban a travès de la Fundaciòn.Muchas veces el llanto y la frustraciòn de mi vieja porque tantas cosas no llegaban a destino o quedaban en manos de quienes no necesitaban y estaban màs arriba en el poder y a espaldas de los humildes.Los colonos de la Colonia El Paraiso tenìan un amor extraordinario hacia Peròn y hacia Eva porque cuando alguien les quiso quitar sus chacras en una maniobra oscura y vil EL PERONISMMO saliò en defensa de los agricultores.
PUBLICO A CONTINUACION UN FRAGMENTO DEL LIBRO QUE MI MADRE ME HACIA LEER MIENTRAS ELLA TRABAJABA EN LA COCINA O LAVABA ROPA JUNTO AL POZO DE AGUA
Cuando elegí ser "Evita" sé que elegí el camino de mi pueblo. Ahora, a cuatro años de aquella elección, me resulta fácil demostrar que efectivamente fue así. Nadie sino el pueblo me llama "Evita". Solamente aprendieron a llamarme así los "descamisados". Los hombres de gobierno, los dirigentes políticos, los embajadores, los hombres de empresa, profesionales, intelectuales, etc., que me visitan suelen llamarme "Señora"; y algunos incluso me dicen públicamente "Excelentísima o Dignísima Señora" y aún, a veces, "Señora Presidenta". Ellos no ven en mí más que a Eva Perón. Los descamisados, en cambio, no me conocen sino como "Evita". Yo me les presenté así, por otra parte, el día que salí al encuentro de los humildes de mi tierra diciéndoles "que prefería ser "Evita" a ser la esposa del Presidente si ese "Evita" servía para mitigar algún dolor o enjugar una lágrima. Y, cosa rara, si los hombres de gobierno, los dirigentes, los políticos, los embajadores, los que me llaman "Señora" me llamasen "Evita" me resultaría tal vez tan raro y fuera de lugar como que un "pibe", un obrero o una persona humilde del pueblo me llamase "Señora". Pero creo que aún más raro e ineficaz habría de parecerles a ellos mismos. Ahora si me preguntasen qué prefiero, mi respuesta no tardaría en salir de mí: me gusta más mi nombre de pueblo. Cuando un pibe me nombra "Evita" me siento madre de todos los pibes y de todos los débiles y humildes de mi tierra. Cuando un obrero me llama "Evita" me siento con gusto "compañera" de todos los hombres